La suciedad que ves sobre la carrocería del coche no está pegada a la pintura de este espectacular Porsche 911, sino a la capa protectora (llamada Cosmoline) con la que en 1996 el coche salió de fábrica, con el fin de que la pintura no se deteriorara por las inclemencias hasta que fuera entregado a su dueño.
Pero este dueño nunca quiso que se la quitaran. De hecho, ni siquiera tuvo el placer de darse una vuelta con un coche que se ha vuelto a vender a finales de este año por una auténtica locura de dinero con los 10 km originales con los que fue entregado. Es una pena, teniendo en cuenta que el primer dueño (el coche se vendió tal cual está en 2017) volvió loco a los responsables pidiendo infinidad de detalles para que se lo hicieran a la carta. Pero si te pagan una fortuna por el coche, todo se olvida.
El coche en cuestión es un 911 RSR 'Strassenversion', que en alemán significa 'versión de calle'. Y se llama así porque Porsche aceptó que dos de sus mejores clientes en todo el mundo tuvieran una versión homologada para carretera de un coche que había sido desarrollado para competición.
El RSR era una variante especial con el motor subido a 3,8 litros (3,6 litros en los 911 atmosféricos de la generación 964) cuya potencia no se anunciaba, pero que se estimaba de entre 325 y 350 CV. Pero todo parecía indicar ya entonces que Porsche se guardaba una 'carta' en la manga, porque las prestaciones eran propias de un coche con mayor caballaje: pasaba de 0 a 100 en solo 3,7 segundos, lo que por entonces era salir más rápido que un Ferrari F40 o un Dodge Viper, por lo que ya entonces se aventuró que la potencia real sería de unos 375 CV.
En competición su éxito fue imparable; entre otros méritos, se impuso en las 24 Horas de Spa y los 1.000 km de Suzuka, además de que obtuvo la victoria de su clase en las 24 Horas de Le Mans. Y, por lo que respecta a las competiciones americanas, obtuvo el triunfo absoluto en las 24 Horas de Interlagos, ganó en su categoría en las 12 Horas de Sebring y copó los cuatro primeros puestos en su categoría en las 24 Horas de Daytona.
Conseguir que le hicieran un coche de calle sobre semejante bestia de competición fue ya algo inesperado, que solo se puede lograr cuando uno es más que un apreciadísimo cliente de la marca. Pero al aceptar fabricarlo debieron decir "sí" a la multitud de requerimientos del cliente; lo pidió con una tapicería en cuero Rojo Guardia para asientos, revestimiento del techo, partes inferior y superior del salpicadero, columna de dirección, volante, guarnecidos de puertas y jaula antivuelco.
Esta combinación, al fin y al cabo, era la misma que este mismo cliente había solicitado en dos de los cuatro 911 3.3 Turbo S Lightweight (considerado otra rareza que hoy vale una auténtica fortuna), y se remató con unas elegantísimas llantas en Amatista metalizado tras las cuales lucían las enormes pinzas de freno en color dorado.
Además, el coche fue equipado con asiento de acompañante, cierre centralizado, alfombrillas en Can-Can Red, instrumentación plateada con revestimiento de cuero gris, mandos y salidas de aire en cuero negro, tiradores de puerta en gris. Y, cómo no, conservaba rasgos de competición como los gatos neumáticos, el depósito de combustible de 120 litros y el motor de doble bujía con especificaciones de Le Mans.
Cuánto costó aquel coche es algo que nunca se comunicó, pero podemos aventurarnos a decir que fue una fortuna, quizá 8 o 10 veces lo que costaba un Carrera 2 normal. Aun así, se alejará mucho de los 1,9 millones de euros por lo que se ha vendido a finales de este año a través de la casa de subastas Bonhams. Y apostaríamos a que su nuevo dueño, que no sabemos quién es, sigue sin siquiera estrenarlo.
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